Proyecto CHIC: Una mirada al cambio climático desde el fin del mundo
El fondo basal Centro Internacional Cabo de Hornos, conformado por un consorcio de siete universidades –liderado por la Universidad de Magallanes y coliderado por la UC-, busca estudiar y monitorear cómo responden los ecosistemas subantárticos al cambio climático, a través de un novedoso enfoque biocultural que integra las ciencias, la educación, la antropología y la ética ambiental.
En la travesía de Punta Arenas a Puerto Williams, en la isla de Navarino -ya sea en avioneta o en ferry- se aprecian el Estrecho de Magallanes, el mítico Canal Beagle y la majestuosa Cordillera Darwin -las cumbres más altas de Tierra del Fuego-. Pero, sobre todo, se percibe esa sensación de estar en los confines de nuestro continente, “al fin del mundo”. Aquí se respira lejanía y naturaleza.
Enclavado en la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, en la región de Magallanes y la Antártica Chilena, este es uno de los pocos lugares prácticamente prístinos, con muy escasa intervención humana, que van quedando en Chile y el mundo. Un verdadero “laboratorio natural” para el estudio del cambio climático y diversos fenómenos bioculturales.
Este es precisamente el foco de estudio del “Centro Internacional Cabo de Hornos para estudios del cambio global y la conservación biocultural”, CHIC (por sus siglas en inglés), un Fondo Basal de Excelencia en Ciencias otorgado en noviembre de 2021 por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), con una duración de cinco años renovables por un periodo similar. Su sede principal será un nuevo edificio recién construido en Puerto Williams con fondos regionales, el Centro Subantártico Cabo de Hornos -que se espera será inaugurado en noviembre de 2022-, junto con una oficina en el edificio del decanato de la Facultad de Educación UC, como parte del ecosistema de investigación de esta facultad, en el Campus San Joaquín, en Santiago.
Su objetivo es diseñar y evaluar políticas socioambientales, actividades económicas sostenibles, metodologías educativas vinculadas con la conservación, el patrimonio biocultural, y planes de manejo para las áreas protegidas marinas y terrestres más australes del continente.
CHIC está conformado por un consorcio de universidades, liderado por la Universidad de Magallanes y conformado por las universidades Católica, de Chile, Central, de Talca, Católica de Temuco y de Los Lagos; además del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) y el Gobierno Regional de Magallanes y la Antártica Chilena.
Su director es el filósofo y biólogo Ricardo Rozzi, profesor de la Universidad de North Texas (EE. UU.) y Universidad de Magallanes; y su directora alterna -en el primer año- la profesora de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Naturales, Mary Kalin. Luego será sucedida por la académica y exdecana de la Facultad de Educación de la UC, Lorena Medina. En total, son 14 investigadores principales que, en conjunto con los investigadores asociados y otros investigadores invitados, suman más de 80 personas. A ellos se suma un grupo importante de tesistas de pre y postgrado, postdocs, y un equipo administrativo y profesional de apoyo a la gestión del proyecto.
No es común que a un fondo basal en ciencias naturales se presente un equipo transdisciplinario, conformado por ecólogos, biólogos marinos, ingenieros expertos en temas de gastronomía, e investigadores del área de las ciencias sociales, filosofía y educación, entre otros. “De alguna manera fue una osadía. Los científicos se dieron cuenta de que requerían sumar un saber pedagógico para formar a las nuevas generaciones educando para la conservación biocultural”, explica Lorena Medina.
Como afirma el vicerrector de Investigación de la UC, Pedro Bouchon: “El trabajo en el Centro Subantártico Cabo de Hornos, el centro de investigación más austral del mundo, nos permitirá comprender ciertas claves para la conservación de la zona subantártica de Magallanes, a través de la ciencia, la educación y el turismo sustentable. El proyecto CHIC aportará al desarrollo de esta investigación interdisciplinaria, en conexión con el territorio, apuntando a comprender los cambios socioambientales a nivel global, especialmente en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, pero también incluyendo reservas de la región de la Araucanía. Esto lo haremos desde la UC, junto a equipos de educación, ingeniería, filosofía, diseño y del Campus Villarrica, enriqueciendo el trabajo de la Red de Centros y Estaciones Regionales UC”.
“Como institución, estamos a cargo de la línea de educación del proyecto, donde participan varios académicos y académicas de la Facultad de Educación, Campus Villarrica (a través del Cedel) y FabLab Austral UC, esperando generar un fuerte vínculo con la comunidad. Asimismo, aportamos en otra área que tiene que ver con Ingeniería en Alimentos, donde buscamos generar nuevos productos o usos de alimentos tradicionales de la región. También se espera formar capital humano y empoderar académicas e investigadoras en el proyecto”, cuenta la directora de Investigación de la UC María Elena Boisier, quien también representa a la universidad en las fundaciones Omora y Centro Subantártico Cabo de Hornos.
Los efectos del cambio climático
La primera línea de investigación, “Centinelas del cambio climático”, aborda los ecosistemas terrestres, dulce-acuícolas y marinos. Como explica el director de CHIC, Ricardo Rozzi, “se trata de una innovación integrar los tres ecosistemas, y esto nace porque Cabo de Hornos es un archipiélago, por lo que no puedes entender lo terrestre sin lo marino, y al revés; y sus conectores son los ríos”.
En el ámbito terrestre, que estará a cargo del investigador de la Universidad de Magallanes, Frederick Thalasso, se abordarán los gases de efecto invernadero en turberas y bosques. Por su parte, la bióloga Mary Kalin va a indagar cómo responden las plantas al calentamiento global. Y Juan Carlos Aravena, director del Centro de Investigación Antártica de la Universidad de Magallanes, los cambios que experimenta la línea arbórea frente a este fenómeno.
En el aspecto dulce-acuícola, el objetivo es averiguar por qué los insectos tienen más de un ciclo de vida por año a medida que aumenta la temperatura, lo que estará a cargo de Tamara Contador, académica de la Universidad de Magallanes.
El ámbito costero-marino es liderado por el vicerrector de Investigación de la Universidad de Magallanes, Andrés Mansilla. “Abordamos la biodiversidad costera-marina-oceánica. Estudiamos todos los organismos, las algas, los productores primarios y la fauna. A nivel de taxonomía y también de genómica”, explica.
Y añade: “Nosotros reunimos todo ese conocimiento y vemos las aplicaciones que esos estudios básicos tendrían, pero con un vínculo hacia las comunidades locales: pueblos originarios y pesca artesanal, de manera de ir rescatando sus saberes y transferirlos, para potenciar el turismo de intereses especiales, la gastronomía o la biomedicina”.
La homogenización biocultural
La segunda línea de estudio es “Centinelas de la homogenización biocultural”. Su concepto central es que así como se homogeniza la cultura -con la comida rápida, los productos de consumo, la urbanización, etc.- también se homogenizan las biotas, es decir, plantas, animales y otros organismos vivos. “Por ejemplo, se reemplaza un bosque nativo por un monocultivo de eucaliptus, la gran diversidad de peces por el salmón, la heterogeneidad de carnes por el vacuno, etc. Y esto ocurre en todo el mundo”, afirma Rozzi.
De acuerdo al académico, este es un planteamiento innovador de CHIC, que busca entregar un aporte global, gracias a su trabajo colaborativo con distintos ecosistemas: la Reserva de la Biósfera El Cielo, en el estado de Tamaulipas en México; la Reserva de la Biósfera de Galápagos en Ecuador; en Brasil, en conjunto con la Universidad de Sao Paulo, la isla Ancheta y el parque científico de esta ciudad, el Cientec; y en Chile, la región de la Araucanía, con el Campus Villarrica UC.
El objetivo es evaluar y comparar este fenómeno, cómo y cuánto ocurre, cuál es la diversidad y cuáles son las oportunidades para revertir la situación. Para ello, por una parte se estudiarán las aves, a cargo del profesor de la Universidad de Chile Rodrigo Vásquez. “En Chile, los vertebrados más diversos y abundantes, son las aves. Asimismo, en el Parque Omora, en Puerto Williams, tenemos el estudio continuo de anidamiento de aves más largo del hemisferio sur”, explica Ricardo Rozzi. Esto se suma al trabajo que ha desarrollado Tomás Ibarra, académico del Campus Villarrica, enfocado en la biología reproductiva de las aves; y de Tomás Altamirano, de la Universidad de Magallanes. El propósito a futuro es formar un laboratorio ornitológico. También se estudiarán las especies exóticas o invasoras -visón, castor, etc.-, a cargo de Elke Schüttler.
En el ámbito cultural, los estudios serán liderados por Andrea Valdivia, antropóloga, académica del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. En el ámbito de filosofía, Luca Valera, del Centro de Bioética UC, e investigadores de la Universidad Católica de Temuco, están trabajando en una perspectiva de “ética biocultural”, liderada por Ricardo Rozzi.
Conservación biocultural en múltiples escalas
La tercera línea, liderada por Lorena Medina, apunta a lograr una sustentabilidad medioambiental, económica y social, a través de investigación, diseño de materiales y propuestas concretas en tres áreas: Educación, Gastronomía “del fin del mundo”, turismo sustentable y áreas protegidas.
En educación, lo primero es iniciar un diálogo de conocimiento mutuo para propiciar el trabajo conjunto, luego levantar un diagnóstico de lo que están trabajando las comunidades educativas de Puerto Williams en las salas de clase, jardines y talleres al aire libre. Para después, en equipo, proponer nuevas metodologías, diseñar y pilotear programas de educación y materiales para la conservación biocultural. El trabajo se realizará en conjunto con profesores del Liceo Donald McIntyre Griffiths, de Puerto Williams, y educadoras de los jardines infantiles de la Junji, Tánana y Ukika, y Pequeños Colonos, de la Armada de Chile. Como explica la académica: “Nuestra visión en educación tiene que ver con entender el aprendizaje como una experiencia situada. Que los niños y niñas puedan tener la oportunidad de aprender desde su territorio, conocer y valorar su cultura, y a quienes son sus cohabitantes”.
Esta sublínea cuenta con un coordinador de Educación en Terreno, Tomás Llanos, y también va a estar participando como investigador asociado el profesor de Diseño UC, Tomás Vivanco, director del FabLab Austral, iniciativa de la UC que ya lleva tiempo trabajando en conjunto con el liceo y la comunidad de Puerto Williams.
Otro ámbito es cómo educar, por ejemplo, para una alimentación sustentable con los recursos de la zona. Ámbito a cargo del profesor de Ingeniería UC José Miguel Aguilera, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas, con la colaboración del vicerrector de Investigación, Pedro Bouchon, también académico de la Escuela de Ingeniería especialista en estructura, diseño y procesamiento de alimentos. “Espero ayudar y trabajar junto a la pequeña y mediana agricultura, así como la pequeña industria de procesamiento de alimentos, para que se logre un buen uso de la materia prima local, de alto interés nutricional, en forma sustentable, ayudando a la conservación biológica y cultural de la zona austral de nuestro territorio”, comenta Bouchon.
Respecto del turismo, en el Centro Subantártico se va a alojar una escuela técnico profesional, por primera vez para la zona, y ya se está creando la primera carrera técnica en el área de Turismo, que se espera poder implementar en 2023.
Luego está el área de patrimonio biocultural, a cargo de la arqueóloga Flavia Morello, directora del Instituto de la Patagonia en la Universidad de Magallanes. Y, finalmente, las áreas protegidas y dentro de ellas, el modelo de reservas de la biósfera -que conjuga preservación con economía sustentable-, liderado por Francisca Masardo.
Una mirada distinta
Varios son los desafíos de CHIC. El primero, como dice Lorena Medina, “ser un aporte real a la comunidad de Puerto Williams y luego a otras con características similares. Cómo logramos vincularnos con la comunidad de un modo saludable, productivo y para su propio bienestar”.
Y añade: “Otro desafío es cómo recuperamos una educación para la conservación biocultural basada en el respeto entre cohabitantes de un territorio, y también en su valoración y conocimiento. Ello se logra cuando se conoce la riqueza, el patrimonio local y se vive en comunidad, y creemos que eso debiera hacerse desde la primera infancia”. Asimismo, la académica destaca la riqueza de contar con un equipo transdisciplinario.
También, como agrega Andrés Mansilla, este proyecto es un aporte para descentralizar las ciencias en el país y visibilizar los laboratorios naturales, poniéndolos en valor.
CHIC busca ser un foco de estudio del cambio climático para el resto del mundo. “Somos responsables de estar en un lugar geográficamente privilegiado para mirar el mundo, para mirar los problemas del cambio climático a nivel global”, dice Lorena Medina.
Como concluye Ricardo Rozzi: “La metáfora general del CHIC es que, así como están los telescopios en Atacama para observar el macro cosmos, aquí hay lupas para mirar el micro cosmos desde el sur; y esas lupas son las cosmovisiones, los lenguajes, la educación y también los pequeños organismos. Estamos proponiendo un modo de mirar distinto”.